26 may 2011

Catherine, no me movés ni un pelo

La vida sexual de Catherine M., decía la portada del libro y yo asumí que iba a ser una lectura que estimularía las porciones más calenturientas de mi mente. No podía fallar: de Anagrama y con la foto de una mina en tetas en la cubierta. Leí la contratapa rapidito y ahí me enteré de que la vida sexual era la de Catherine Millet, una francesa que hace algo relacionado con el arte, ya no recuerdo qué. Mejor, pensé, no sólo era una vida sexual, sino una vida sexual y real. Averigüé precio y compré.
La mina arma capítulos desde los cuales aborda sus experiencias sexuales desde diferentes ángulos: el número, el espacio, blabla. O sea, no es una novela, no hay mucho relato; más que una crónica, es una especie de lista amorfa de tipos que se la enfiestaron. No hay belleza, no hay sentimiento, no hay poesía, no hay vuelo; no hay nada. El libro es un embole épico. No sé cómo será ella en la cama, pero si es como escribe, es el arquetipo de la muertita.
De más está decir que no me calentó ni los pies. Lo dejé unas 30 páginas antes de terminar, después de bancarme la mirada desaprobadora de varias viejas a lo largo de diferentes viajes en bondi.
Calculo que la editaron en su país porque debe ser un personaje conocido en ciertos círculos y también entiendo que se haya editado en Anagrama porque Europa es un pañuelo; lo que no me entra en la cabeza es por qué a alguien se le ocurrió que podía llegar a gustar acá, en Argentina. Aunque ahora que lo pienso, entiendo. Son las tetas en la tapa.

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