16 ago 2011

El tango y la puesía

En algún momento comencé a pensar que el tango, como estilo musical nunca me entusiasmaría. A lo sumo, suponía algún momento de vejez donde la conexión con esa mirada tenue y melancólica del tango se fusionaría con los otoños de mis días.
Asumo, por otra parte, que esta situación ha cambiado forzosamente, y creo haber concluido en que en esto tiene mucho que ver Jorge Luis Borges. Sus poemas, una danza por el arrabal del Palermo del '30, las atmósferas clandestinas, de barajas mal dadas y memorias escondidas. Su lectura circula entre malevajes y ribetes de fronteras. Así son sus esquinas, elocuentes de nocturnidad. Con su farol como luna, la noche se enciende en el fondo del barrio.
Sus tangos, don Borges, son esquelas de poesía. Su ritmo, el contoneo de las rimas maleducadas, salen a borbotones del escritor pendenciero.
Interesante, que a su vejez Jorge Luis Borges haya depreciado sus años mozos, de caminatas lunares y finales insurrectos.
Leerlo es nomás, un poema tanguero, que puede escucharse silencioso, en cada rodeo de las páginas de Borges.

No hay comentarios: